El psicoanálisis llegó a España gracias a la temprana traducción de las obras de Sigmund Freud en nuestro país, y a la relación científica de los psiquiatras españoles de principios del siglo XX con la psiquiatría alemana y francesa, favorecida por el sistema de becas de la Institución Libre de Enseñanza.
En 1917 Ruiz Castillo, director de Biblioteca Nueva, por sugerencia de Ortega y Gasset, adquirió los derechos para la publicación en español de todas las obras escritas y por escribir de Sigmund Freud, y encargó su traducción a Luis López Ballesteros, que fue refrendada por el propio Freud “por la correctísima interpretación de su pensamiento”. De hecho, la traducción de las obras de Sigmund Freud al castellano fue la primera traducción en lengua extranjera de su obra, constituyendo la mayor aportación de la lengua castellana a la difusión del psicoanálisis.
Entre los primeros psiquiatras españoles interesados por el psicoanálisis se encontraba Ángel Garma, que podría ser considerado el primer psicoanalista español. Comenzó su formación psicoanalítica en 1927 en el Instituto Psicoanalítico de Berlín, siendo admitido como miembro de la Sociedad Psicoanalítica Alemana en 1931. En noviembre de ese mismo año volvió a Madrid e inició su actividad como psicoanalista. Publicó varios artículos y un libro sobre psicoanálisis que contribuyeron a su divulgación en nuestro país, aunque no pudo llegar a constituir un grupo psicoanalítico español como era su objetivo. La guerra civil del 36 truncó sus expectativas. Establecido en Argentina, tomó parte, junto con un grupo de pioneros, en la formación de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis.
En España hubieron de pasar más de 10 años hasta que en 1951, Margarita Steinbach, analista de la nueva Sociedad Psicoanalítica Alemana y antigua compañera de Ángel Garma, viniera a Madrid invitada por el Dr. Ramón del Portillo, con el objetivo y el encargo de analizar a un grupo de personas interesadas en formarse como psicoanalistas y organizar un grupo psicoanalítico en Madrid. Trabajó en este proyecto hasta su muerte prematura en 1954, iniciando las gestiones para el reconocimiento del grupo por parte de la IPA y sembrando algunas de las primeras semillas para el establecimiento de la profesión en nuestro país. En ese momento existían dos grupos de profesionales interesados en formarse como psicoanalistas en España, uno en Madrid y otro en Barcelona. Días antes de la muerte de M. Steinbach, la autoridad gubernativa española reconoció oficialmente la Asociación Española de Psicoanálisis. Tras su muerte, los miembros del grupo de Madrid siguieron distintos caminos para continuar su formación en otras sociedades psicoanalíticas de Paris, Ginebra y Argentina. Los profesionales de Barcelona interesados en formarse como psicoanalistas se dirigieron fundamentalmente a la Sociedad Psicoanalítica Suiza.
En 1956, psicoanalistas de Madrid y Barcelona, así como psicoanalistas portugueses, constituyeron la Sociedad Luso-Española de Psicoanálisis, que fue aceptada en 1959 como Sociedad componente de la IPA. Tras la marcha de los portugueses, en 1966, pasó a denominarse Sociedad Española de Psicoanálisis. A partir de los años setenta, la incorporación de analistas procedentes de otras Sociedades que deseaban establecer su residencia en España, aumentó considerablemente el número de sus miembros y las posibilidades de formación para los nuevos candidatos. A partir de 1973, el grupo de psicoanalistas de Madrid se independizó y formó un grupo de estudios que, en 1974, dio lugar a la fundación de la Asociación Psicoanalítica de Madrid, reconocida como sociedad componente de la IPA en 1981. Con el tiempo la APM se ha ido expandiendo a otros lugares de la geografía española como Valencia, Bilbao, Sevilla, Málaga, San Sebastián, Badajoz, Logroño, Tenerife, Zaragoza, Valladolid, etc.; y en la actualidad, cuenta con aproximadamente 130 miembros y alrededor de 175 analistas en formación.