André Green (El Cairo 1927- París 2012)
Nació en El Cairo en 1927, en el seno de una familia judía, en una comunidad francófona, y allí vivió hasta los 19 años, edad a la que se trasladó a París a estudiar Medicina, para después especializarse en Psiquiatría. En 1965 entró a formar parte como miembro de la Sociedad Psicoanalítica de París, de la que fue presidente desde 1986 hasta 1989. Desde 1975 hasta 1977 fue vicepresidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional.
El pensamiento de Lacan ejerció una gran influencia sobre él. Posteriormente, cuestionó aspectos esenciales de la teoría lacaniana como la idea de que “El inconsciente está estructurado como un lenguaje” o el papel de los afectos, y se fue alejando de sus planteamientos. A partir de 1957 se puso en contacto con la escuela inglesa y le interesaron mucho las ideas de Bion y Winnicott.
Basándose siempre en la experiencia clínica y partiendo de la teoría freudiana, particularmente a partir de la introducción de la 2ª tópica, reformuló algunos postulados freudianos y elaboró un modelo teórico y clínico renovando el método psicoanalítico y extendiendo su campo clínico más allá de las neurosis. Lo contemporáneo define su obra.
Green concedió una gran importancia al concepto de representación, pero ampliándolo a la representación de los afectos. Concibió el afecto como modo de simbolización primaria. Lo teorizó en su libro “El discurso vivo: Una concepción psicoanalítica del afecto”.
Introdujo el concepto de narcisismo negativo o narcisismo de muerte, diferenciándolo del narcisismo de vida en “Narcisismo primario: estructura o estado”, y en “Narcisismo de vida y narcisismo de muerte”.
Dio una gran importancia al objeto en la constitución del sujeto. En su teoría del pensamiento postuló que, para generar la capacidad de pensar, es necesaria la alucinación negativa de la representación materna.
En su obra “De locuras privadas”, abordó los límites de la analizabilidad. Planteó la comprensión de los casos límite, diferenciando su estructura de la neurosis y la psicosis.
En “El lenguaje en psicoanálisis”, expuso una teoría específicamente psicoanalítica del lenguaje dentro del encuadre.
En los años 90, introdujo dos “metaconceptos”: la noción de terceridad, donde mostró la naturaleza triádica de las relaciones (la relación del sujeto con el objeto, y con el otro del objeto), y “El trabajo de lo negativo”, en el que estudió los fundamentos negativos de la simbolización y la estructuración del yo, los avatares de la destructividad y los mecanismos de defensa primarios. Propuso la hipótesis de que la pulsión de vida tiene una función objetalizante, y por el contrario, la pulsión de muerte, por medio de la desligazón, tiene una función desobjetalizante.
Entre sus últimos trabajos destaca “Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo”, que es una respuesta a los desafíos y a las preguntas claves de la crisis del psicoanálisis, que la definió, fundamentalmente, como crisis de los modelos postfreudianos, a causa de su dogmatismo intelectual, su reduccionismo teórico, su esquematismo técnico y sus impasses frente a los desafíos de la clínica actual.