RESUMEN
En este artículo, la autora cuestiona la ausencia de testimonio por parte de los psicoanalistas acerca del fenómeno de “violencia étnica”, actualmente tan presente en cualquier lugar del mundo, manifestación a su vez de un alto grado de patología psíquica.
Opina que no sólo tenemos la capacidad de abordar estos hechos desde una reflexión profesional, sino la obligación de denunciarlos, desenmascarando los móviles más profundos que subyacen a los mismos, dada la complicidad del contexto social en que se producen, donde la legalización del odio y la vía libre para el asesinato son la plataforma de lanzamiento para la actuación de los psicópatas criminales.
Plantea la hipótesis de que las fantasías que subyacen a tales actos de violencia están en estrecha relación con la búsqueda de fusión del YO con el YO-Idealrepresentado por la raza o por otros supuestos idealismos que sirven de apoyo para la realización de un deseo de omnipotencia, completud, éxtasis narcisístico.
El ataque a la razón y a los sentimientos forman parte de las defensas que permiten la negación frente al dolor, el triunfo de la omnipotencia destructiva ante la evidencia del sufrimiento y humillación del otro, el desprecio por medio de la intolerancia radical y el prejuicio.
Con la ilustración de un caso clínico muestra lo inamovibles que son determinadas identificaciones patológicas por el carácter defensivo frente al derrumbe psíquico, pues actúan como parásitos internos que se apoderan del Yo y lo enajenan, al mismo tiempo que lo protegen frente a su intrínseca vulnerabilidad narcisista. Debido a estos factores se estructura un tipo de personalidad perversa difícilmente modificable.