12 - AMOR «DE TRANSFERENCIA». Carlos Sopena (1998)

PRIMERAS LÍNEAS



Lo real, el deseo y el amor

En su primera teoría de las pulsiones, Freud oponía el hambre y el amor, siendo el amor una forma poética de referirse al sexo. Al «principio», la satisfacción de la zona erógena está asociada a la satisfacción de la necesidad de alimento. La pulsión sexual se constituye al separarse del hambre, cuando la succión del pulgar aporta al niño un placer erógeno que habrá de convertirse en un fin en sí mismo. Desprendida de la pulsión de autoconservación, que le ha servido de apoyo, la pulsión sexual oral pierde el objeto y se satisface autoeróticamente. El objeto natural de la necesidad es sustituido por el objeto alucinado del deseo sexual, deseo que se satisface de un modo fantasmático. A partir de ahí, la satisfacción de la necesidad deja al deseo insatisfecho.



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