Presentación

Argumento

VI Encuentro SPP-APM

 

Desde el "proyecto" hasta "inhibicion sintoma y angustia" los cuestionamientos sobre el dolor, confrontan a Freud con la incertidumbre. El dolor sigue siendo enigmático y no deja de aparecer en su obra. Como dice Freud en 1925: "Del dolor sabemos poca cosa".

Enigmático, multiforme, a la vez penetrante y anestesiado, agudo o crónico, principalmente somático o principalmente psíquico; contribuye intimamente al funcionamiento del pensamiento o por el contrario lo inhibe: ¿pero en realidad no es siempre somático-psíquico? Desde el manuscrito G, que trata de la melancolía como paradigma de la depresión, Freud se interesa en las causas del dolor. Este sería provocado por la pérdida de un objeto deseado pero, al mismo tiempo observa que esta pérdida conduce a una "pérdida de la vida pulsional". Hay una especie de oscilación del paso del objeto perdido a la vida pulsional. Las consecuencias afectivas incluyen "una hemorragia interna" provocada por el duelo que lleva a un empobrecimiento de las excitaciones, un "agujero" psíquico. También sabemos que el enfermo somático "abandona su interés por las cosas de este mundo", "retira su interés libidinal por los objetos de amor" y "deja de amar mientras dure el sufrimiento"....

En el "Proyecto", Freud describe la experiencia doble de "vivencia" de satisfacción y dolor que retoma en "La interpretación de los sueños". Frente al impulso urgente de un estimulo endógeno, es necesaria na acción específica. Sin embargo para un bebé la acción específica es imposible y provoca "la experiencia vivida del dolor", una ayuda externa, una persona atenta al estado de descarga del niño, se vuelve indiscutible.

Cuando la impulsión "urgente o de deseo" reaparece, es decir el deseo que provoca el dolor frente a la ausencia/la creencia, aparecen descargas motoras y un movimiento regresivo que por un camino corto conduce a una alucinación de la experiencia de satisfacción. Este camino debe ser inhibido y su desvío conduce al pensamiento. Marilia Aisenstein recuerda que este desvío ocurre frente a la esperada dolorosa del retorno del objeto. El título de su último libro propone una síntesis en forma de ha¨ku: "Deseo, dolor, pensamiento", al cual agrega: "Masoquismo originario y teoría psicoanalítica", introduciendo de esta manera la ruptura epistemológica que significó "el problema económico del masoquismo" donde Freud constata la paradoja del masoquismo: el placer del displacer.

Bermo Rosenberg insiste en la importancia del masoquismo erógeno primario. Este es un testigo y un vestigio de la fase de formación en la cual se realiza en la espera del objeto, la entrelazación tan importante para la vida de la pulsión de muerte y de Eros. El masoquismo erógeno primario sería entonces el punto de unión entre lo orgánico y lo psíquico. En el dolor vivido, el deseo del infans soporta la ausencia del objeto y debe entonces pensarlo. El pensamiento es por esencia masoquista. El masoquismo incompleto ¿no conduce, como lo piensa Michel Fain y Marilia Aisentein, a desorganizaciones psíquicas graves, a somatizaciones? Y también ¿qué decir del dolor de la transferencia y de la contra transferencia" Y cuando el dolor corporal de un paciente se hace presente en el área intermediaria de la cura, ¿no se trata de una apertura hacia un proceso de simbolización? ¿Y qué decir de la apertura hacia una capacidad de hacer sufri al otro y ponerlo a prueba con el propósito de sacarlo de su indiferencia, de compartir su vivencia? Y por parte del analista ¿puede seguir siéndolo si ignora su dolor y placer como lo señala J-B Pontalis?

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